En conversación con el periodista Adrián Fain, el Rector Ricardo Biazzi analiza y repasa lo ocurrido en la institución, desde el inicio del aislamiento social obligatorio y a punto de cumplirse tres meses de la suspensión de las clases presenciales.
AF: ¿Cómo los tomó la emergencia derivada del coronavirus?
RB: Bueno, no cabe duda de que esta terrible pandemia modificó abruptamente nuestro escenario social. El mundo cotidiano, la vida diaria, de un día para otro, cambió y mucho para todos nosotros. El encierro físico del confinamiento obligatorio pareció paralizarnos en un primer momento, pero al día siguiente la vida debió seguir.
En el caso de los sistemas educativos, no todos reaccionamos del mismo modo. Es más, y ya hablando del ámbito universitario específicamente, hubo instituciones que dijeron vamos a esperar que finalice la cuarentena, otras decidieron correr el primer cuatrimestre a la segunda mitad del año. Nosotros, por el contrario, adoptamos rápidamente estrategias de emergencia asentadas, básicamente, en el traslado de la actividad académica presencial a la opción pedagógica y didáctica mediada por nuevas tecnologías de la información y comunicación que nos brinda la educación virtual. Distintas universidades del país tanto públicas como privadas actuaron en igual sentido.
No debió haber sido una decisión sencilla…
No, no. Desde ya que no. Las clases comenzaron normalmente como todos los años el 10 de marzo en todas las carreras de la UGD, fecha en la que también asumí como nuevo rector de la institución, pero tres días después ya tuvimos el cimbronazo de la cuarentena. En ese mismo momento tomamos una decisión muy importante y fue que tamaña adversidad no nos debía dejar inmovilizados, que debíamos asumir rápidamente la nueva experiencia educativa a que nos forzaba este virus de propagación mundial y que, en todo caso, no dejaba de ser una oportunidad para fortalecer nuestra vida institucional a través de la virtualidad.
Fue así que apenas declarada la emergencia, comprendiendo y respetando las medidas sanitarias adoptadas por el estado, cerramos nuestros edificios, suspendimos las clases presenciales, pero a la vez dejamos en claro nuestra determinación de mantener abierta y activa la UGD en modo virtual, manteniendo todas las actividades académicas previstas en la programación del presente ciclo académico, en forma remota. Contábamos para esto con una ventaja adicional, me refiero a una experiencia de no menos de diez años en el uso de nuevas tecnologías, que culminó el año pasado con la configuración del Campus Virtual-UGD y su respectiva acreditación y validación por parte del Ministerio de Educación de la Nación.
¿Qué significa esa validación?
El Ministerio de Educación de la Nación resolvió en 2018 que toda institución del sistema universitario que deseara acreditar estudios universitarios desde la opción pedagógica y didáctica a distancia, tendría que validar su Sistema Institucional de Educación a Distancia (SIED), referido específicamente a dicha opción pedagógica, en el que describieran los diferentes recursos, tanto pedagógicos como tecnológicos, que permitan el desarrollo de la propuesta de enseñanza.
Y en ese sentido, la UGD puede mostrar con satisfacción que la plataforma para el dictado de clases a distancia que actualmente implementa ha sido aprobado ya en ese año 2018 por la Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria (CONEAU), trámite que concluyó con la validación del SIED-UGD por parte del Ministerio de Educación de la Nación en el mes de agosto del año pasado.
Esa validación ha sido una instancia muy importante para nuestra Universidad, pues consolida a la educación a distancia como opción pedagógica que garantiza, a través de la inclusión de tecnologías de enseñanza y aprendizaje, el acceso, la permanencia y la graduación de nuestros estudiantes.
La Dirección de Educación a Distancia de la universidad, que es la que administra nuestro campus virtual, cuenta con un área de innovación y soporte tecnológico, otra de asistencia pedagógica y una tercera de proyectos de investigación educativa sobre la enseñanza virtual.
Y si bien la institución contó desde un primer momento con las herramientas necesarias para continuar con las actividades de modo virtual, demandó reforzar la infraestructura tecnológica preexistente, así como su uso requirió adaptaciones en las prácticas educativas de la enseñanza y el aprendizaje no presencial. Por ello, se implementaron diferentes actividades para facilitar el acompañamiento tecnológico y pedagógico de estudiantes y docentes. Es más, con el equipo de trabajo que me acompaña en la gestión del rectorado hemos tenido encuentros fuera de las urgencias diarias para reflexionar sobre esta migración hacia la virtualidad y que hoy ha impregnado toda nuestra actividad educativa. Hemos invitado al Dr. Pablo Vain, reconocido docente e investigador, que acaba de publicar un interesante trabajo sobre la docencia en tiempos de coronavirus, para que nos ayude a profundizar en esa reflexión y, en particular, sobre el traslado de la actividad convencional o tradicional del docente al campo virtual con la carga de dudas e interrogantes que plantea, con los descubrimientos y ventajas que también genera, así como con los debates que actualiza y que los expertos coinciden en señalar que han de trascender la presente coyuntura. Coincidimos todos con él en el sentido de estar viviendo de algún modo una redefinición de los procesos de aprendizaje, un desplazamiento en la responsabilidad sobre ese aprendizaje que, de estar centrada en el alumno en los entornos presenciales, se desplaza hacia el docente en los modelos virtuales, estructurándose como una construcción más dialógica.
¿Cuál fue la actitud de docentes y estudiantes ante estos cambios?
Al impulso inicial generado por la confluencia de recursos humanos calificados, con muy buena capacidad de acción y coordinación, se sumaron docentes y estudiantes de todas las carreras y todas las cátedras, algunos de ellos sin ninguna acercamiento previo a las nuevas tecnologías pero que con valorable predisposición sumaron sus esfuerzos para acompañar un camino que ahora estamos siguiendo día a día y de cuyos resultados queremos dar cuenta a la sociedad para que pueda juzgarlos.
La mejor demostración de lo que le acabo de decir se ve reflejado en los informes periódicos que la Dirección de Educación a Distancia produce sobre el comportamiento de la plataforma desde el inicio de la emergencia, y en los que se plasma en números los accesos y sobre todo la cantidad de material disponible en sus diferentes formas, dando cuenta de la continuidad de la programación académica prevista hasta que sea factible el retorno de las clases presenciales. Así, considerando todas las carreras de la UGD, el último informe generado muestra que, en la última semana relevada, se verificaron 632.466 accesos a la plataforma virtual, se registraron 3.863 usuarios y 728 Aulas Virtuales Activas, así como 3.310 recursos generados y actividades creadas durante ese periodo.
Desarrollamos una encuesta destinada a docentes y estudiantes que se llevó a cabo desde el 4 al 18 de mayo y cuyo objetivo fue conocer el modo en que el sostenimiento de los procesos de enseñanza en forma no presencial durante la cuarentena impacta sobre las condiciones de trabajo, teniendo en cuenta aspectos pedagógicos, materiales y psicofísicos.
Paralelamente a todo el movimiento en las clases virtuales, diferentes áreas continúan creando mecanismos para responder en tiempo y forma con el ciclo académico. Así, por ejemplo, en esta etapa el abordaje de los procesos de evaluación y en la implementación de los exámenes parciales y finales para poder cumplir con nuestro compromiso de garantizar educación de calidad y en los tiempos previstos.
Olvidé decir que la virtualización también llegó a los posgrados. Desde principios de abril, en la UGD las carreras de doctorado, maestría y especialización, así como los ciclos de complementación, se desarrollan normalmente, con los docentes dictando sus seminarios a distancia desde el exterior, desde otras ciudades del país o desde aquí mismo.